La administración de edificios combina aspectos legales, financieros y de gestión cotidiana que, en muchos casos, pasa inadvertida hasta que surgen conflictos. En ese escenario, la rendición de cuentas ocupa un rol central: se trata del proceso mediante el cual los administradores deben dar a conocer a los propietarios no solo cómo manejaron los fondos del consorcio, sino también qué acciones concretaron durante su gestión.
Tal como explica en nuestro webinar el abogado especialista en propiedad horizontal Raúl Castro, rendir cuentas no es un mero balance numérico, sino “la exhibición de la memoria de acciones y la documentación respaldatoria de todos los acontecimientos ocurridos en un período determinado”. En otras palabras, es una narrativa transparente de lo que se hizo, cómo se gastó y cuáles fueron los resultados de la gestión.
Históricamente, muchos consorcistas asocian la rendición de cuentas con la presentación de un balance anual o con el resumen de expensas mensuales. Sin embargo, Castro aclara que esas liquidaciones parciales no reemplazan la obligación de una rendición completa y formal en el marco de la Asamblea de Propietarios. Allí se somete el balance a consideración de los dueños de unidades y, en última instancia, son ellos quienes aprueban o rechazan la gestión.
“El administrador maneja dinero ajeno, por lo tanto, cuando alguien pregunta qué hizo con su plata, tiene todo el derecho a saberlo”, enfatiza el abogado. El punto clave está en que esa información debe ser clara, comprensible y respaldada documentalmente, para evitar dudas y desconfianzas.
Un aspecto que suele generar tensiones es el recelo de los administradores a hablar de números. Según la experiencia de Castro, ese miedo es infundado y termina jugando en contra. “Cuando una rendición de cuentas habilita una pregunta es porque ya no fue clara”, señala. Por eso, la obligación no se agota en entregar papeles: requiere un ejercicio pedagógico de explicar con sencillez el origen de los ingresos, la aplicación de los gastos y el saldo final. Es decir, traducir la gestión contable a un lenguaje accesible para todos los propietarios, que son quienes en definitiva deben valorar y aprobar esa administración.
La rendición de cuentas, además, tiene un impacto jurídico ineludible. Todo lo que el administrador ejecute en cumplimiento de su mandato se entiende como actos del propio consorcio. Si incurre en mala praxis, errores o irregularidades, el consorcio queda igualmente obligado frente a terceros. De ahí la importancia de cumplir con una rendición formal, en tiempo y forma, porque no se trata sólo de una cuestión administrativa, sino de una práctica que puede prevenir conflictos legales y proteger a los vecinos. Incluso, en la provincia de Buenos Aires, la Ley 14.701 (RPAC) prevé sanciones para los administradores que incumplen con esta obligación.
Cómo la tecnología ayuda a la rendición de cuentas
Pero en este proceso, no toda rendición es válida. Castro advierte que aún se observan prácticas deficientes, como balances sin documentación de respaldo o aprobaciones “a libros cerrados”, donde los consorcistas aceptan cuentas sin ver facturas ni extractos bancarios. Ese escenario es riesgoso, porque la comunidad avala una gestión sin pruebas concretas y limita su capacidad de reclamo. Aquí es donde la tecnología aparece como aliada: la digitalización de la documentación permite que cada propietario pueda acceder en cualquier momento a facturas, recibos y conciliaciones bancarias. “Hoy este aspecto está muchísimo más facilitado; la documentación digital asegura transparencia y trazabilidad en la gestión del administrador”, sostiene el especialista.
Leonardo Ríos, presidente de la Cámara de Administraciones de Consorcios y Complejos Urbanísticos (CACYCU), coincide en que la clave está en perder el miedo a los números y en profesionalizar la tarea. Para él, una rendición clara y bien presentada marca la diferencia entre un administrador y otro. “No queremos que el criterio de elección sea el precio del honorario, sino la calidad del servicio”, afirma. En ese sentido, la rendición de cuentas se convierte en una herramienta estratégica: muestra el valor agregado de una gestión y fortalece la confianza entre administradores y consorcistas.
Otro punto relevante es la necesidad de acompañar los números con una memoria de gestión. No alcanza con decir cuánto dinero entró y cuánto se gastó: hay que explicar qué obras se realizaron, cómo se trabajó sobre la morosidad, si las expensas se ajustaron a la inflación o si se manejó un presupuesto. Este informe cualitativo es lo que, según Ríos, “pone el moño” a la gestión. Permite a los propietarios ver que detrás de los números hay decisiones, acciones y resultados concretos que impactan en la vida del edificio.
En paralelo, la tecnología abrió un nuevo paradigma para facilitar la transparencia. ConsorcioAbierto permite que cada vecino, desde su perfil digital, acceda en tiempo real a liquidaciones mensuales, gastos cargados, facturas digitalizadas y extractos bancarios. De esta forma, la rendición de cuentas no se concentra en un único momento del año, sino que se vuelve un proceso continuo y accesible. “Cuando se llega a la asamblea, no debería haber sorpresas, porque toda la información ya estuvo disponible durante el año”, explica José Sánchez Cano, líder de Onboarding y Fidelización de la compañía.
Este modelo digital agiliza el trabajo del administrador y cambia la dinámica de la relación con los consorcistas. La asamblea deja de ser un ámbito de tensiones y defensas para convertirse en una oportunidad de mostrar logros y reforzar la confianza. Como sintetiza Ríos, “una rendición transparente, clara, fiel y completa es un arma a favor”.



